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Estudio de Caso

Ecuador: Fortalecimiento de los Sistemas Alimentarios Locales y Creación de Capacidades para Mejorar la Producción y el Acceso de las Familias a Alimentos Sanos


SDGs ADDRESSED

Objetivo 1: Poner fin a la pobreza Objetivo 2: Hambre Cero Objetivo 5: Igualdad de género

Este estudio de caso se basa en las lecciones aprendidas del Fortalecimiento de los Sistemas Alimentarios Locales y Creación de Capacidades para Mejorar la Producción y el Acceso de las...
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Preparado por el Fondo ODS: Ekaterina Dorodnykh (Gestión del conocimiento y Monitoreo y Evaluación). Edición por Vesna Jaksic Lowe. Traducción y maquetación por Víctor Garrido Delgado.



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1. RESUMEN

El programa tuvo como objetivo fortalecer los sistemas alimentarios locales y brindar un mejor acceso a alimentos seguros y nutritivos en la provincia de Imbabura. El programa también apoyó el Plan Nacional para el Buen Vivir 2013-2017, que se centró en el fortalecimiento de las políticas públicas de producción agrícola local.

Familias rurales participan en una capacitación sobrela implementación de “parcelas agrodiversas” para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional

Familias rurales participan en una capacitación sobre la implementación de “parcelas agrodiversas” para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional

2. SITUACIÓN INICIAL

Dentro del Plan Nacional de Buen Vivir 2013-2017 de Ecuador, el fortalecimiento de la producción rural organizada y la agricultura familiar son una prioridad para promover la diversificación agrícola y la seguridad alimentaria. Sin embargo, la falta de capacitación en producción y comercialización de los pequeños productores y el acceso limitado a los mercados supusieron duros obstáculos. Los ecuatorianos en áreas rurales enfrentan desafíos de salud complejos, en particular de nutrición. Los grupos más vulnerables no tienen una dieta diversa. La alimentación y nutrición de los niños depende de los recursos familiares y de los programas sociales del gobierno. Las familias más pobres desconocen las mejores maneras de usar los alimentos disponibles. Imbabura es una de las provincias con mayor potencial de producción de quinua y chocho, cultivos andinos con alto valor nutricional que pueden diversificar los sistemas de producción. Imbabura tiene una prevalencia de desnutrición crónica de entre el 30% y el 39%  en niños menores de 5 años. Este porcentaje aumenta en las zonas rurales debido a la falta de acceso a servicios básicos como agua potable, saneamiento, viviendas dignas, alimentos nutritivos y acceso a información nutricional.

3. ESTRATEGIA

La estrategia del programa conjunto se alineó con el Plan Nacional para el Buen Vivir 2013-2017 para establecer sistemas económicos sociales y sostenibles. Dada la importancia de la quinua y el chocho para los medios de vida rurales y la falta de sistemas productivos diversificados, el programa se centró en el alivio de la pobreza, la desnutrición y la malnutrición en las áreas de Ibarra, Cotacachi y Pimampiro. Se alentó a las familias a aumentar la producción de quinua y chocho. A través de un modelo integral para mejorar las políticas públicas, se trabajó en el desarrollo de capacidades locales, buenas prácticas sobre gestión sostenible, formación en prácticas de producción y en mejorar la nutrición de las familias rurales.

Mujeres productoras participan en un curso para diversificar y mejorar las cosechas de quinua y chocho

Mujeres productoras participan en un curso para diversificar y mejorar las cosechas de quinua y chocho

4. RESULTADOS E IMPACTO

El programa conjunto se centró en mejorar la salud y la nutrición de las familias rurales a través de la implementación de parcelas agropecuarias y la educación sobre seguridad alimentaria y nutricional. En total, 716 familias (incluidas 518 familias con niños menores de 5 años, y 198 familias con mujeres embarazadas y niños menores de 1 año) se beneficiaron de la iniciativa "parcelas agrodiversas". Esto incluyó formación práctica sobre gestión sostenible del agua y el suelo para promover la adaptación al cambio climático. El programa apoyó a 118 pequeños productores en el cultivo del chocho (lupinus mutabilis) y la diversificación de su producción (este cultivo solo se producía a niveles de subsistencia), sembrando 122 hectáreas de chocho en dos ciclos. A pesar de las condiciones climáticas extremas (sequías e inundaciones), las cosechas alcanzaron los 25 quintales/hectárea en 2016. En el caso de la quinua, el programa apoyó a 112 pequeños productores para sembrar 481 hectáreas. También se dio formación de manejo postcosecha y se recolectaron y procesaron alrededor de 4.300 quintales de quinua por año en la planta de Granos Andinos de 150 productores. Se proporcionaron máquinas trilladoras, ayudando a mejorar las cosechas y la calidad de las semillas.

Más de 500 niños menores de 5 años fueron identificados como desnutridos. El programa conjunto trabajó con 483 familias para diversificar y mejorar su consumo de alimentos a través de lotes agro-diversos. Los resultados mostraron que el 60,1% de las familias diversificaron sus dietas, incluido el consumo de frutas y verduras. Inicialmente, el consumo de alimentos se basaba en cereales, arroz y otros almidones, junto con el azúcar. El programa ayudó a reducir el consumo de estos grupos de alimentos, al tiempo que aumentó el consumo de frutas, verduras y legumbres. Se brindaron capacitaciones en nutrición a 341 familias con mujeres embarazadas y niños recién nacidos, quienes participaron en la iniciativa de "1.000 días" para prevenir la desnutrición infantil y fortalecer los sistemas alimentarios locales a través de la diversificación de la dieta y el acceso a alimentos seguros y nutritivos.

El programa ayudó a las asociaciones de pequeños productores de quinua y chocho a acceder a los mercados y ferias comerciales. Tres asociaciones conformadas por 233 productores se beneficiaron de la compra de contratos relacionados con la iniciativa "1.000 días", que proporcionaron canastas de productos locales a las madres embarazadas y a aquellas con niños menores de 2 años. Además, 12 asociaciones de productores rurales (al menos el 40% de ellas tenían a una mujer en su junta directiva) recibieron capacitación en contabilidad y gestión tributaria. Se realizaron siete diálogos sobre políticas para coordinar y desarrollar medidas interinstitucionales de respuesta a la seguridad alimentaria y a las necesidades de salud y nutrición de los niños y sus madres. Además, el 30% de las familias participantes mejoraron su percepción de la igualdad de género en la producción, la salud, la alimentación y la nutrición. Se impartieron dos cursos de género para fortalecer capacidades y establecer estrategias equitativas en las que hombres y mujeres pudieran asumir roles y responsabilidades iguales.

5. RETOS

En los primeros meses del programa, la falta de conocimiento sobre administración, finanzas y gestión limitó el trabajo del equipo técnico. Se debe proporcionar formación especial con antelación para garantizar la efectividad de los esfuerzos conjuntos de la ONU. El programa abordó la desnutrición desde la diversificación de la dieta y el fortalecimiento del conocimiento en prácticas de nutrición. Sin embargo, otros factores relacionados con la malnutrición infantil, como el agua potable, el saneamiento y la vivienda digna también deberían incluirse en la estrategia.

6. LECCIONES APRENDIDAS

  • Sensibilizar sobre los problemas de la desnutrición infantil es clave para el éxito de este tipo de programas. Estas acciones permitieron la participación de los actores locales, al tiempo que generó el liderazgo y las responsabilidades necesarias para abordar el problema con los recursos propios de la comunidad.
  • Los gobiernos locales deben dirigir la coordinación intersectorial, ya que lideran las políticas y deciden las prioridades de sus comunidades. Las autoridades locales están más familiarizadas con el problema y pueden involucrar a actores públicos y privados.
  • Las agencias de la ONU financiaron iniciativas relacionadas con la siembra de semillas y la creación de parcelas diversas, y deberían esforzarse por garantizar que los participantes
  • puedan continuar produciendo después de que finalice el programa. El programa es más sólido cuando su diseño prevé varios escenarios: diversos mercados para productores, fortalecimiento de asociaciones rurales, promoción de nuevas herramientas de gestión.
  • Es importante vincular a los pequeños productores rurales con el sistema de contratación pública (compras públicas para el Programa de Alimentación Escolar, iniciativa de 1.000 días) para promover canales de comercialización alternativos y garantizar la sostenibilidad de los resultados.
Una de las agricultoras que comenzó a suministrar sus productos a familias locales con niños y mujeres embarazadas bajo la iniciativa "1.000 días"

Una de las agricultoras que comenzó a suministrar sus productos a familias locales con niños y mujeres embarazadas bajo la iniciativa "1.000 días"

Sensibilizar sobre la desnutrición infantil permitió a los actores locales generar el liderazgo para abordar el problema con los recursos propios de la comunidad

7. SOSTENIBILIDAD Y POTENCIAL DE RÉPLICA

El programa conjunto aumentó la conciencia de la comunidad sobre el impacto de la desnutrición en el desarrollo de sus familias. El fortalecimiento de las capacidades técnicas locales y el mayor compromiso de las instituciones locales contribuyeron al éxito del programa. Las buenas prácticas para mejorar la salud y la nutrición a través de prácticas agrícolas sostenibles se pueden replicar en otras partes de Ecuador. Las parcelas de agrodiversidad pueden incluir no solo la producción de quinua y chocho, sino también otros cultivos, haciendo que este programa conjunto sea replicable en otras partes del mundo con condiciones similares.

Rosse Mary Andia, del municipio de Pocona, muestra su huerta familiar donde cultiva coles, remolachas, brócoli y espinacas

Rosse Mary Andia, del municipio de Pocona, muestra su huerta familiar donde cultiva coles, remolachas, brócoli y espinacas