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Octubre 18, 2016
Cocinas al servicio del desarrollo sostenible



Por Joan, Josep y Jordi Roca, maestros cocineros y embajadores de Buena Voluntad de la ONU

Lo que comemos tiene un impacto directo en nuestra salud, pero también en el bienestar y la prosperidad de nuestras comunidades y en la salud del planeta en el que vivimos. Esto es algo que comenzamos a aprender de muy pequeños, en el restaurante familiar de nuestros padres, y que ahora tratamos de transmitir desde la cocina de El Celler de Can Roca y en nuestra nueva responsabilidad como embajadores de las Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Uno estos grandes objetivos es justamente combatir el hambre y la desnutrición y mejorar el acceso a una alimentación saludable de todas las personas. El reto es importante, porque de un lado tenemos la terrible realidad de casi 800 millones de personas con inseguridad alimentaria, o los casi 100 millones de niños menores de cinco años con bajo peso en países en desarrollo. Y de otro lado, nos encontramos un sistema alimentario mundial que no resulta sostenible, que consume demasiado suelo, demasiada agua, genera demasiados gases invernadero y sobreexplota los recursos marinos. Para completar la ecuación, no podemos olvidar que la población mundial crece —para 2050 se estima que seamos casi diez mil millones las personas— aumentando la presión sobre el planeta y sus recursos limitados.

Es en este complejo escenario donde la cocina sostenible puede contribuir a generar cambios reales muy positivos. Es la cocina basada en la agricultura sostenible, los pequeños productores locales y las técnicas tradicionales de producción y conservación. Esto nos permite disponer de alimentos más nutritivos y variados, recuperar ingredientes que hoy están casi desaparecidos y generar menos desperdicios. Además, este apoyo a los productores locales y granjas familiares es especialmente crucial en las áreas rurales de muchos países en desarrollo, ya que son las principales contribuidoras de progreso económico y oportunidades de empleo para la población.


Nos embarcamos este verano en el proyecto Food Africa, una iniciativa piloto para impulsar la industria alimentaria y las oportunidades de empleo en la región de Kaduna, Nigeria

A mayor escala, enfrentar estos desafíos implica, entre otras cosas, promover prácticas agrícolas sostenibles a través del mejoramiento de los medios de vida y las capacidades de los pequeños productores agrícolas, el acceso igualitario a tierras, tecnología y mercados, y el fomento de la cooperación internacional para asegurar la inversión en la infraestructura y la tecnología necesaria para mejorar la productividad agrícola.

Con estas ideas nos embarcamos este verano en el proyecto Food Africa, del Fondo de Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Se trata de una iniciativa piloto para impulsar la industria alimentaria y las oportunidades de empleo en Kaduna, Nigeria. En el África subsahariana, pese a su gran dependencia de la agricultura y la ganadería en términos de empleo, la agricultura apenas contribuye al 20% de la riqueza nacional y la malnutrición en adultos y niños es frecuente. Junto con la baja productividad, uno de los mayores problemas son las pérdidas de las cosechas, que pueden alcanzar el 70% debido a la falta de instalaciones adecuadas para su almacenaje, así como por que las producciones no encuentran una salida a los mercados internacionales.

Nuestro trabajo en Kaduna consiste en compartir con los pequeños propietarios agrícolas de la zona buenas prácticas sostenibles en la agricultura, centrándonos sobre todo en cómo reducir esas pérdidas de las cosechas desde técnicas tradicionales de transporte y conservación de los alimentos. Otro de los puntos interesantes es la creación de un centro de excelencia donde impartir cursos para emprendedores que quieran iniciar negocios relacionados con la gastronomía y la alimentación, así como ideas sobre cómo dirigir estas producciones locales a nuevos mercados y consumidores.

Al final del día, la sostenibilidad de la industria alimentaria es responsabilidad de todos y nos beneficia a todos. Adoptando criterios responsables con los alimentos que elegimos para el consumo, con el cuidado de nuestro entorno, nuestras tradiciones y preservando la diversidad ambiental, podemos contribuir a garantizar el acceso a la alimentación para todas las personas.

  

Esta tribuna fue publicada originalmente en Planeta Futuro (El País), el 18 de octubre de 2016. Léalo aquí