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Mayo 9, 2016
Alejandro Aravena: "Las ciudades son accesos directos hacia la igualdad"



El día después de recibir el Premio Pritzker de Arquitectura 2016 en las Naciones Unidas, Alejandro Aravena habló sobre el trabajo de los arquitectos y los fondos de desarrollo como el Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDGF) pueden complementarse para hacer ciudades y comunidades sostenibles (Objetivo de Desarrollo Sostenible 11).


¿En qué medida mecanismos como el SDGF puede contribuir a alinear los esfuerzos de la arquitectura y los actores de desarrollo para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible?

Si hay algún poder en la arquitectura, ese es el poder de síntesis. A mayor complejidad del problema, como es el caso que tenemos con el entorno construido, mayor es la necesidad de síntesis. La característica más fundamental de nuestro trabajo es la capacidad de organizar información en una propuesta de forma sintética. Sin embargo, los arquitectos normalmente no prestamos atención a las preguntas adecuadas, sino a problemas que solo interesan a otros arquitectos. Así que desde fondos como el SDGF, de Naciones Unidas, podemos recibir las guías adecuadas, las cuestiones y desafíos correctos sobre los que aplicar la poderosa herramienta del proyecto, síntesis de la complejidad.

En diferentes ocasiones usted se ha referido a la inmigración urbana como uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo.

El fenómeno migratorio hacia las ciudades está ocurriendo a una velocidad, una escala y con una escasez de medios sin precedentes en la historia de la humanidad. De los tres mil millones de personas que viven hoy en ciudades en todo el mundo, mil millones están por debajo del umbral de la pobreza. Para 2030, serán cinco mil millones de personas viviendo en las ciudades y dos mil millones viviendo en la pobreza. Esto significa que deberemos estar construyendo una ciudad de un millón de personas cada semana, con un presupuesto medio de 10.000 dólares por familia, para poder dar alojamiento a todos. Si no encontramos una solución, no significará que la gente dejará de llegar a las ciudades; vendrán de todos modos buscando oportunidades, pero vivirán en condiciones terribles.

¿Existen actualmente recursos para afrontar este reto? ¿Qué modelos de alojamiento propondría usted para los nuevos migrantes urbanos?

No vamos a resolver la ecuación de la ciudad de un millón de habitantes por semana con un presupuesto de 10.000 dólares por familia si no incorporamos la capacidad de la propia gente de dotarse del entorno construido. El recurso verdaderamente escaso en la ciudad no es el dinero, es la coordinación. Las políticas públicas deberán hacerse cargo de todo aquello que una familia individual no puede hacer, pero luego dejar espacio, crear un sistema abierto o un sistema incremental que permita canalizar las propias capacidades de las personas tal que ese grupo de inmigrantes urbanos sean parte de la solución, y no solo parte del problema.

Desde ese punto de vista, ¿cómo se definimos del espacio público y el ámbito de participación de los ciudadanos en la gestión del mismo?

El espacio público, es decir, el vacío de la ciudad, lo que hay entre construcciones, probablemente va a ser donde tendremos que poner más atención. Es muy difícil que la intervención espontánea, incluso bien intencionada, de las personas logre cuidar el espacio público. En Manhattan, por ejemplo, la proporción entre cada metro cuadrado de espacio público corresponde con un metro cuadrado de espacio privado desarrollable. Cuando uno va a un campamento informal, favela o "slum", esa proporción cae de uno a diez. En el espacio compartido, que es finalmente donde nos encontramos y la razón por la que venimos a las ciudades en busca de oportunidades, existe la necesidad de cuidar las proporciones, el tamaño. Hoy, esto tiende a ser visto como una pérdida de dinero, terreno no vendible. Pero en la medida en que el diseño del espacio público se haga de forma correcta, puede terminar siendo una agregación de valor.

¿Cómo deberán organizarse las ciudades para que actúen como verdaderos vehículos para el desarrollo?

Quizás el cambio de paradigma esté asociado a que una vez que seamos desarrollados, entonces vamos a tener buenas ciudades. Se trata de entender que la ciudad en sí misma puede ser un mecanismo de desarrollo. Las fuerzas en juego, económicas, constructivas, ambientales, formales, sociales, pueden ser un mecanismo, un motor en sí mismo de desarrollo y esto va a requerir probablemente unos diseños que van a ser distintos a lo que hemos observado hasta ahora.